jueves, 16 de agosto de 2012

Los girasoles ciegos, capítulo 3

Al final, entre tanta fiesta ayer solamente pude leer el tercer capítulo de Los girasoles ciegos. Quizás hoy acabe el libro, eso sí, si el sueño no me lo impide, que no sé yo si lo hará.

El tercer capítulo es, en mi opinión, menos desgarrador y más reflexivo que los dos anteriores. Es una historia como tantas otras de la guerra, con los dos bandos participantes pidiéndose cuentas entre sí por los crímenes cometidos.

Lo más destacado sin duda es la figura de la madre del chico fusilado, quien, desesperada, va posponiendo el momento de la pena de muerte del protagonista, para saber más de su hijo fallecido a través de las palabras del condenado. Este, por supuesto, miente acerca del chico, y omitiendo los pasajes oscuros de su vida, consigue ganar tiempo y seguir vivo. Debo aclarar además que el fallecido en cuestión era hijo de un alto cargo del bando ganador, y con ello viene todo ese interés por saber de la vida del chico y dejar que la madre le haga preguntas sobre él. Como no quiero desvelar el final, os haré una pregunta: ¿qué creéis que pesará más, seguir viviendo en una mentira y limpiando la memoria del fusilado o dejarse morir confesando la verdad?

Además, este relato está unido al primero por la breve aparición del protagonista del primer capítulo, y se le revisita desde otra óptica, desde la de otro preso, que completa sin duda lo leído al principio de la obra.

Espero contaros mañana el último capítulo, a ver si no me quedo dormida demasiado temprano. Nos leemos.

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