viernes, 6 de septiembre de 2013

Pedro y el Capitán

Hola a todos. Como casi siempre, me toca empezar dando las gracias por la acogida que ha tenido la última entrada, que habla de la pieza teatral Arte. No esperaba para nada que tuviera tanto éxito, y menos en unos días. Me alegra que una entrada tan poco inusual en mi blog haya sido tan bien valorada y haya tenido muchas más visitas de las que me esperaba.

El post que debería estar escribiendo ahora mismo tendría que haber sido uno dedicado a Un puente sobre el Drina, de Ivo Andric, pero todavía no lo he terminado. He de reconocer que me está costando leerlo, a pesar de que hay varios factores excelentes en la novela: está muy bien escrita, la temática que trata es preciosa y abarca un período muy amplio, por lo que la historia podría dividirse a su vez en muchas historias; cada capítulo es una pieza que al final muestra un puzzle perfectamente armado. Sin embargo, y quizás precisamente por esa cierta independencia de los capítulos, me cuesta leerla como un todo, y me voy alejando un poco de la novela cada vez que termino de leer un nuevo capítulo. Por otra parte, creo que también influye que durante todo el año estoy estudiando temas relacionados con el del libro, y ponerme a leer esto en septiembre pues... cuesta. Aún así seguiré leyendo este libro a mi ritmo, probablemente compaginándolo con otros, como he hecho en esta ocasión.

Y es que hoy os voy a hablar de un libro completamente diferente a Un puente sobre el Drina, pero muy interesante también. Lo cierto es que estaba buscando algo que fuera distinto a este libro, y aunque no sabía mucho de él cuando lo cogí de la estantería acerté de pleno. Se trata de una nueva pieza teatral (os prometo que ha sido casualidad) escrita por Mario Benedetti, autor del que por cierto ya había leído su obra Con y sin nostalgia. Es una obra muy breve (la edición que he leído tiene 88 páginas) pero que gracias al tema que desarrolla se vuelve muy intensa.

Pedro y el Capitán parece a simple vista la historia de una víctima y su verdugo, pero como casi siempre las primeras impresiones son fallidas. Esto lo explica muy bien el propio Benedetti en el prólogo del libro, en donde hace unas interesantes aclaraciones sobre su obra. Como obviamente no lo puedo explicar mejor que él, solo quiero dejaros una idea principal: víctima y verdugo no terminarán sintiéndose tan alejados el uno del otro como podría parecernos en un principio. Centrémonos pues en la historia de dos personas guiadas por su destino: uno, en el bando de los represores y otro en el de quienes sufren dicha represión. En la primera parte nos enteramos de que Pedro es objeto de una brutal represión, ya que está recluido y viene de recibir una paliza cuando se encuentra con su verdugo, que tampoco lo es en un sentido estrictamente literal (él no es el responsable de las palizas sino que se encarga de intentar que delate a sus compañeros de lucha política). En esta primera parte solo conocemos a Pedro por lo que va diciendo de él el Capitán, puesto que Pedro se niega a hablar hasta la segunda parte, donde empieza el intercambio verbal entre ambos personajes. Este diálogo hace que conozcamos a ambos personajes en mayor medida, ya que la conversación adquiere tintes personales en ambas direcciones. El Capitán comienza a exteriorizar algo sus sentimientos en presencia de Pedro a la vez que lo hace ante el lector, aunque todavía conserva cierta templanza. En la tercera parte todo va cambiando, y el Capitán se va definiendo como persona por sus palabras, algo que se intensificará en la cuarta y última parte. 

Y es que, a pesar de todo, llegamos a conocer más al Capitán que a Pedro, aunque el interrogado es este último. Pero las actitudes de ambos son muy distintas, y mientras que Pedro no habla de sus compañeros ni, salvo excepciones, de temas personales, el Capitán sí se va sincerando con él a medida que avanza la obra. Esta circunstancia nos permite conocerle a fondo y saber que, pese al papel que cumple, no todo en su vida es lo que parece. Sería genial poder analizar a fondo el personaje, pero creo que os estaría contando demasiado y os perderíais una de las esencias del libro. Simplemente diré que es un hombre más atormentado de lo que parece en un principio y que al final ambos personajes se sitúan en un escenario parecido.

Estamos ante una obra en la que los matices son muy importantes; algunos los encontramos nosotros a medida que vamos leyendo y de otros nos va advirtiendo Benedetti en las acotaciones. En ocasiones los personajes, en especial Pedro, se esconden detrás de sus palabras, diciendo una cosa pero sintiendo otra muy distinta en realidad o actuando de una manera mientras piensa de otra. Esto le proporciona una opacidad muy acusada, y el autor tampoco aclara cuál de los dos sentimientos o actitudes es el verdadero, dejándolo todo a la imaginación del lector y a la percepción que este vaya teniendo según va avanzando la trama. 

Y así comprendemos que Pedro y el Capitán no es la historia de una víctima y su verdugo, sino que en realidad es la historia de dos hombres que están más próximos de lo que creen. Les separan las circunstancias, sobre todo las sociopolíticas, ya que uno está en un bando y otro en el contrario, pero las similitudes son numerosas (aunque eso también lo dejo en el aire, para que lo comprobéis vosotros mismos).

Siempre os digo que me gustan las obras que me hacen reflexionar. Por lo tanto, esta no deja de parecerme una obra interesantísima, gracias al debate que plantea. ¿Somos tan diferentes unos de otros? ¿Realmente los sentimientos humanos son distintos en función de las circunstancias que nos toquen vivir? ¿Podemos sentirnos igual que alguien que a priori nos parece radicalmente opuesto a nosotros? Os recomendaría contestar las preguntas que os he planteado primero, luego leer la obra y después volver a responder estas cuestiones. Quizás os llevéis una sorpresa. Nos leemos.


No hay comentarios:

Publicar un comentario