viernes, 22 de noviembre de 2013

La delicadeza

Hola a todos. Primero, quiero daros las gracias por seguir ahí aún cuando yo no os puedo prestar tanta atención. He pasado varios días muy ocupada, unos por motivos más alegres que otros, y aunque esta entrada empecé a escribirla el domingo pasado no la he podido terminar hasta hoy. Es increíble ver que a pesar de todo habéis seguido visitando el blog, comentando y siguiendo su cuenta de Twitter, que poco a poco va sumando nuevos seguidores. Cosas como estas son las que me hacen recordar cada día que tengo que mantener esto vivo, porque no os podéis imaginar la vida que me dais con cada aportación que hacéis. Gracias, de corazón.

Hoy os voy a hablar de un libro que me han recomendado un par de personas en los últimos meses, aunque debo decir que en un principio no me atraía demasiado, quizás porque no me pareció una historia muy original. A veces cometemos el error de creer que un libro o una película tienen que contar una historia muy compleja y elaborada para que guste, olvidando que las historias sencillas también pueden llegar a tener mucho encanto e interés.

Hay libros que fallan en lo esencial: el título. El título, junto con la portada en general, es lo primero que percibimos de un libro, lo primero que debería llamarnos la atención y hacernos sentir, al menos, curiosidad sobre lo que podremos encontrar en él. Sin embargo, este es uno de esos libros que tienen el mejor título que podrían llevar. La delicadeza es, sin duda, una gran síntesis para lo que luego leeremos, y además es bastante atractivo por lo sugerente que resulta en un primer momento, cuando no sabemos nada sobre el argumento del libro.

Así que finalmente las recomendaciones y la intriga por saber qué era lo que tanta gente veía en este libro me han empujado a leerlo. Y el resultado no ha sido para nada decepcionante. 

David Foenkinos es un escritor parisino que se ha consagrado gracias a esta novela, con la que ha conseguido, además de un gran éxito de ventas, varios premios literarios en su país natal. Tal ha sido la acogida del libro que incluso ha tenido su propia adaptación cinematográfica, realizada por el propio escritor y su hermano, Stéphane. La película se estrenó en 2011 y está protagonizada por Audrey Tautou y François Damiens. De la película poco más os puedo decir, porque no la he visto, salvo que mi Nathalie no se parece en lo más mínimo físicamente a la Tautou, ya que en mi cabeza la protagonista era alta y rubia (a saber la razón). De todos modos entiendo la elección, porque Audrey Tautou tiene un magnetismo similar al de Nathalie, como comprobaréis quienes leáis la novela. Me ha llamado la atención que la película, al contrario que el libro, que desde el inicio ha sido muy aclamado por crítica y público, no ha tenido una gran acogida, sino que más bien recibe un aprobado más o menos justito por parte de quienes la han visto. Como no la he visto no puedo opinar, pero supongo que es lo que suele pasar cuando lees un libro y le das tu aire a sus protagonistas, aunque ahí están éxitos de taquilla como El señor de los anillos para desmentir esto.

Pero, como diría Umbral, "he venido aquí a hablar de mi libro". Y el libro es una sucesión de casualidades que van formando la vida de la protagonista, Nathalie. La casualidad la empujará a conocer y a enamorarse de su marido, y otra casualidad la despojará de su amor, a causa de un torpe accidente. Así se empezará a desmoronar su vida, que hasta ese momento había estado marcada por la facilidad y la buena suerte, cumpliéndose finalmente sus peores temores. La fortaleza de Nathalie le hará seguir adelante, rechazando las muestras de compasión que le dirigen sus compañeros, familiares y amigos, e intentando reconstruir una vida que quedó hecha pedazos con la muerte de su pareja. Sin embargo, de nuevo lo casual aparecerá para darle un giro de 180 grados a su vida, lo que otra vez le devolverá su alegría.

Alguno estará tirándose de los pelos pensando en el tremendo spoiler que he soltado. Sabéis que yo no soy muy dada a estas cosas, así que no os asustéis: ocurre casi al comienzo de la historia y además es trascendental para lo que luego ocurrirá con la protagonista, así que no pasa nada porque lo sepáis desde un principio (de hecho, yo también lo sabía). Creedme que esto no le va a restar ni un ápice de emoción a una novela que, sin duda, es eso: pura emoción.

Y es que, como os podéis imaginar después de lo que he contado, estamos ante una historia dura, pero sobre todo, ante una historia que se vuelve muy realista. Después de una historia de amor maravillosa, casi construida a golpe de fantasía, la burbuja en la que vivía la pareja estalla, dejando una vida sesgada y otra a medio sesgar. Nathalie verá cómo todo lo que había logrado se diluye, aferrándose al trabajo e intentando que la vean como la mujer fuerte que un día fue y que, aunque nadie lo crea ya, sigue siendo pese al dolor. Si bien en la primera parte del libro, hasta la trágica muerte de su marido, la historia es idílica, cuando se produce su fallecimiento todo cambia, y el lector se sentirá más próximo a la protagonista, más vulnerable y desengañada de la vida de lo que nunca lo había estado antes. Ver cómo va saliendo de ese estado, poco a poco, pasando por diversas fases y contando para ello con diferentes personas, será la clave del libro, que nos demuestra que siempre hay una segunda oportunidad, incluso cuando no contamos con ella.

Como he dicho, estamos ante una historia sencilla, sin grandes pretensiones. No busquéis una obra maestra, porque probablemente no la encontraréis. Pero como historia bonita, humana, entretenida y esperanzadora, es muy recomendable, y más en los tiempos que corren. Nos hace falta optimismo, y esto es lo que caracteriza a La delicadeza: el pensar que siempre, aunque estemos bajos de moral, hay una salida y una esperanza. Un beso para todos y uno más grande todavía para quienes sepan leer entre líneas. Nos leemos.


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