martes, 25 de febrero de 2014

Operación Palace

Como veis, hoy os voy a hablar de un tema que no puede ser más actual. Y es que el domingo vi un documental precioso del que os iba a hablar esta semana, pero después de haber visto ayer (si, ayer, un día después que todo el mundo) Operación Palace y con todo el revuelo que este falso documental ha provocado, me ha apetecido escribir una entrada sobre él. 

Como os he dicho, no vi en directo este programa. Al ver tantos anuncios sobre él y al tratar un tema que siempre me ha interesado, tenía pensado verlo, pero mi madre eligió ver otro programa y finalmente no lo hice; pensé para mis adentros "pues ya lo veré en otro momento", algo que a veces cumplo y otras no. Sin embargo, enseguida me alertaron de que debería cambiar de programa, pero como digo, yo estaba haciendo otras cosas y no pensé que el consejo fuera tan bueno. A fin de cuentas, pensé, ¿alguien se atrevería a desvelar algo nuevo y realmente grave en medio de la situación que atraviesa España? 

Lo que no sabía, claro, era que, al menos en apariencia, era eso precisamente lo que estaba ocurriendo. Mientras nosotros cenábamos tranquilamente, más de cinco millones de personas estaban viendo cómo lo que siempre nos habían contado del 23-F se derrumbaba, dando paso a un gran montaje del que todas las formaciones políticas habían sido partícipes, así como el rey y varias personalidades de los medios de comunicación. 

Como el domingo por la noche no estuve en redes sociales, sino que me dediqué a ver ese documental precioso que tenía previsto comentaros, no me enteré de nada. Hasta el día siguiente por la mañana, en donde ya descubrí en diversos medios lo que había pasado: todo lo que se había contado había sido falso, argumentando Jordi Évole que había ideado este falso documental porque no sabemos realmente lo que ocurrió el 23 de febrero de 1981 y porque, de paso, nos haría pensar en si somos demasiado crédulos con la información que recibimos a cada minuto de los medios de comunicación. 

Mi primera reacción fue bastante destemplada. Al no haber visto el documental no quise comentar demasiado, pero no pude contenerme, dado el gran revuelo que se había formado. Entre las opiniones, vi una muy generalizada de enfado, y otras más minoritarias, como aquellos que decían que el documental había sido estupendo y que estaba muy bien realizado. Yo me situé en una postura fácil: argumentar una posible pérdida de credibilidad de Jordi Évole en un futuro no muy lejano, quizás influenciada también por mi propia opinión personal de sus programas. Y es que, al contrario que muchísima gente, yo no soy seguidora de Salvados. ¿La razón? No es un programa que me llame la atención. Sé que triunfa por ser una especie de Robin Hood de los periodistas (quitarle la razón a políticos, presidentes de compañías eléctricas, etc.) para dársela al pueblo, pero sinceramente, no creo que esto sirva para nada. Quien para muchos es un héroe, para mí es un periodista más, y ni siquiera, uno de los mejores. Algo que probablemente haya cambiado hoy: para quienes era un héroe es hoy alguien a quien miran con nuevos ojos, menos apasionados y más escépticos; los que por el contrario no le habíamos dado especial importancia tenemos que admitir que, al menos, ha tenido dos cosas que no todo el mundo tiene: mucho valor y grandes ideas. No todo el mundo, estando en su posición privilegiada (buenas audiencias, enorme credibilidad, prestigio avalado por premios importantes, como el Ondas) haría lo que Jordi Évole ha hecho: intentar abrirnos los ojos. 

Muchos estaréis pensando que quién es él para abrirnos los ojos, y os doy la razón solo a medias. Si este experimento se hubiera emitido por La 2, ¿estaríamos hoy hablando de él? No, porque probablemente no nos hubiéramos enterado, y eso si esta cadena hubiera tenido el valor de emitir algo así, que tampoco lo creo tal y como están las cosas en RTVE en estos momentos. Así que, cambiemos la pregunta: ¿Quién mejor que Jordi Évole para hacer algo como Operación Palace? Podéis dejar vuestras respuestas, si las halláis, en los comentarios. 

Como iba diciendo, la curiosidad y el deseo de opinar con conocimiento de causa me hizo ver el falso documental ayer por la noche, a pesar de que ya sabía que era precisamente eso, un falso documental. Intenté verlo sin estar condicionada por lo que ya sabía, pero claro, esto era imposible, ya que sabía lo más importante: el final. Aún así, me puse en la piel de alguien que no supiera el verdadero contenido del programa, y lo vi como quien ve un programa más de Salvados

Lo cierto es que a los cinco minutos ya me estaba riendo, porque ya al principio encontré un dato muy surrealista, que me pareció del todo improbable (no lo voy a comentar por si queda algún rezagado como yo sin haber visto Operación Palace, y tiene interés en hacerlo). Pero, ¿habría reaccionado del mismo modo si no supiera desde un inicio que lo que estaba escuchando era una gran mentira? Quiero creer que sí, pero no lo tengo nada claro. Y es que a veces cuesta mucho cuestionar a los medios de comunicación, especialmente aquellos a los que nos sentimos más vinculados (en mi caso, por ejemplo, El País, La Ser o, precisamente, La Sexta). Sin embargo, y viendo los medios que yo misma he mentado, muchos sí somos conscientes de que elegimos aquellos medios que son más afines a nuestra ideología; yo misma leo El Mundo o ABC con bastante escepticismo en muchos temas, y no hablemos ya de, por ejemplo, La Razón, periódico que no he abierto en mi vida. ¿No somos, pues, nosotros mismos quienes nos creamos una determinada barrera hacia estos medios que no nos gustan? ¿Nos cuesta menos dar por buena una información que leemos o escuchamos en un medio hacia el que nos sentimos próximos? 

En mi opinión, que repito, está condicionada por haber sabido lo que estaba viendo desde el primer minuto, había muchos datos que olían a mentira. Por ejemplo, ¿de verdad todas las fuerzas políticas se podrían haber puesto de acuerdo para hacer algo así? ¿Se arriesgaría alguien a poner en juego una democracia que había sido ansiada por muchos durante tantos años de esta manera? De todos los diputados que había, ¿ninguno se habría opuesto, aunque fuera a título personal y rechazando una supuesta disciplina de partido? Claro que luego las preguntas, o mejor dicho, las respuestas, se vuelven menos complicadas. Y es que, ¿cómo podemos llegar a pensar que Garci, precisamente Garci, estuvo dirigiendo y grabándolo todo? Eso después de que se rechazara a Josep María Flotats, un grande de la escena, por ser catalán. A mayores, hay datos que ya arrancan más de una carcajada, como que salir por las ventanas es más elegante que hacerlo por la puerta y que era un homenaje a La ventana indiscreta, o que Fraga montó un pollo porque tenía hambre. 

Así que imagino que muchos espectadores se irían dando cuenta de lo que pasaba conforme avanzaba el documental, porque como digo, había datos que indicaban que lo que se contaba no era real. Aún así, pongámonos en la piel de los más crédulos, o de aquellos que se lo creyeron porque no tenían información sobre el 23-F por diferentes motivos. ¿De verdad creéis que, tal y como está España en estos momentos, a nivel económico, político y social, si lo que se contó hubiese sido real hubiera visto la luz? ¿Pensáis que tal y como está la monarquía en estos momentos si se supiera que el rey fue partícipe del montaje más grande que se ha hecho en España no pasaría absolutamente nada al día siguiente? Creo que todos sabemos que si esto hubiera sido real nunca habría visto la luz, o lo haría dentro de muchísimos años, cuando no hubiera riesgos ni para la monarquía ni para los partidos políticos que siguen copando el poder. 

Así que parece que Jordi Évole tenía razón: debemos ser más críticos con lo que nos transmiten los medios de comunicación, y no dejarnos manipular en la medida de lo posible. Además, hoy estamos más prevenidos que nunca: ¿habéis visto lo buenos actores que son la mayoría de los políticos y los periodistas que salen en el documental? Creo que el peor actor con diferencia es Garci, paradójicamente. Encima, nos ha hecho reflexionar también sobre lo que sabemos acerca del 23-F, que es básicamente lo que nos han querido contar. Ya sabéis lo que se dice en estos casos: la realidad supera a la ficción. Pero quizás cuando la realidad salga a la luz no quede ningún testigo de lo que ocurrió ese día, y será la pescadilla que se muerde la cola. ¿Mi consejo? Leed, estudiad y, sobre todo, pensad. No dejemos que nadie nos engañe nunca más. 


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